Circuncisión masculina y discriminación institucional
Circuncisión y derechos humanos, Parte II
Sami Aldeeb
A continuación una traducción de un trecho del libro Circoncision masculine et féminine: Débat religieux, médical, social et juridique, de Sami Aldeeb. Se trata de la primera parte del capítulo 5, «Circoncision et droits de l’homme».
La Parte I se puede leer aquí.
2. Distinción entre las dos circuncisiones y no discriminación
A) Principio de no discriminación
La condena de la circuncisión femenina y el silencio ante la masculina sin dar ninguna justificación científica válida significa:
— El reconocimiento de un derecho a las mujeres que se niega a los hombres.
— La condena de la cultura africana que practica la circuncisión femenina y la aceptación de la cultura occidental que no conoce esta práctica pero sí la masculina.
— La negativa a proteger a los hijos de judíos y musulmanes por miedo a las consecuencias políticas.
Al hacerlo, los legisladores internacionales y nacionales, así como las organizaciones no gubernamentales que adoptan la misma postura, violan un aspecto fundamental de los derechos humanos, a saber, el derecho a la no discriminación. Este derecho aparece en prácticamente todos los documentos internacionales y constituciones de los países occidentales y africanos. Citamos aquí algunos artículos:
La Carta de las Naciones Unidas:
Art. 1 — Los Propósitos de las Naciones Unidas son: […]
3) Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religion.
Art. 55 — […] la Organización promoverá: […]
c) el respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
La Declaración Universal:
Art. 2 párr. 1 — Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Art. 7 — Todos son iguales ante la ley y tienen derecho, sin discriminación alguna, a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a la misma protección contra toda discriminación que viole esta Declaración y contra toda incitación a dicha discriminación.
Convención sobre los Derechos del Niño:
Art. 2 (1) — Los Estados Partes respetarán los derechos enunciados en la presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño.
La Constitución egipcia de 1971:
Art. 40 — Los ciudadanos son iguales ante la ley. Tienen los mismos derechos y deberes públicos, sin discriminación por razón de sexo, origen, lengua, regilión o credo.
El Juramento de Ginebra de la AMM:
No permitiré que consideraciones de afiliación política, edad, credo, enfermedad o discapacidad, nacionalidad, origen étnico, raza, género, estatus social u orientación sexual se interpongan entre mi deber y mi paciente. [1]
La Declaración de la AMM sobre los Derechos del Paciente:
— Toda persona tiene derecho a recibir una atención médica adecuada sin discriminación.
— El paciente tiene derecho a ser tratado por un médico que sabe que puede emitir juicios clínicos y éticos sin presiones externas. [2]
Sin embargo, para que el principio de no discriminación no sea un eslogan propagandístico vacío por parte de los legisladores y las ONG internacionales y nacionales, debe aplicarse en las decisiones de los organismos que lo predican. Si estos órganos la violan y adoptan decisiones que no la respetan, sus decisiones se vuelven nulas, aunque se hayan adoptado por unanimidad. Para que estas decisiones sean válidas, o bien se suprime el principio de no discriminación, o bien se da una justificación válida para la discriminación.
Basándose en este razonamiento, AI-Bermuda considera que las decisiones del Consejo Ejecutivo Internacional de AI contra la circuncisión femenina no son válidas mientras no se apliquen simultáneamente a la circuncisión masculina. La constitución de AI prohíbe la discriminación por razón de sexo. La circuncisión masculina es una violación de los derechos humanos tanto como la femenina. Por lo tanto, AI debe hacer campaña contra ambas prácticas. [3]
B) Ausencia de razones para la discriminación
a) Diferencia entre las dos circuncisiones
Habría habido una justificación para la actual actitud discriminatoria del legislador internacional y las ONG nacionales que condenan la circuncisión femenina y no la masculina si ésta es sustancialmente diferente. Ahora bien, la distinción entre estas dos prácticas es más una ilusión que una realidad. Ambas son violaciones de la integridad física de un menor sin su consentimiento y sin razones médicas. Lightfoot-Klein realizó entrevistas en África entre los que practican la circuncisión femenina, y en los Estados Unidos entre los que practican la circuncisión masculina. Al yuxtaponer las frases de unos y otros, demuestra que las dos prácticas son similares. Dice
Ambos grupos afirman que sus respectivas prácticas de mutilación genital son mínimas, indoloras, embellecedoras, médicamente indicadas, higiénicas, profilácticas, sexualmente fortificantes, universales, medicalizadas y seguras. Tanto las mujeres africanas circuncidadas como los hombres estadounidenses circuncidados se niegan a creer que han perdido algo. En su negación, se convencen de la ilusión de su integridad permitiendo que sus hijas e hijos, respectivamente, pasen por el mismo procedimiento. Justifican sus actitudes por su creencia de que estas cirugías son habituales y/o una necesidad científica o médica. A la luz de sus actitudes, cualquier afirmación de que la mutilación genital es perjudicial es impugnada por las mujeres y los hombres circuncidados en un intento de asegurarse de su normalidad, y de aliviar la culpa que podrían tener al aceptar la circuncisión de sus propios hijos. [4]
Basándose en estos datos, Lightfoot-Klein escribe:
Los occidentales ilustrados, que viven en un mundo geográfica y psicológicamente alejado de las extrañas y perturbadoras prácticas de la mutilación genital femenina en África, podrían tener la tentación de considerar estas prácticas de forma despreocupada como algo que no concierne a Occidente. Sin embargo, la práctica de la circuncisión femenina, que muchos occidentales consideran bárbara e irracional, ha tenido su paralelo a lo largo de la historia en la circuncisión masculina secular que se practica en Estados Unidos. Las razones que se dan para la circuncisión femenina en África y para la circuncisión masculina rutinaria en Estados Unidos son las mismas. La similitud subyacente entre la mutilación genital masculina y la femenina es que ambas se perpetran por la fuerza, sin anestesia, en los cuerpos indefensos de niños no pueden dar su consentimiento. [5]
b) Discriminación positiva
La actual actitud discriminatoria estaría justificada si existiera un interés legítimo en dicha discriminación. Es sabido que el legislador puede llevar a cabo la llamada discriminación positiva a favor de un grupo oprimido para equipararlo a un grupo privilegiado. Por ejemplo, las mujeres pueden verse favorecidas en el ámbito del empleo o de la política porque durante mucho tiempo han estado privadas de estos dos derechos. Esta discriminación positiva cesa cuando el número de mujeres en estos dos campos se iguala al de los hombres. Pero esta discriminación positiva no puede aceptarse en el ámbito de la circuncisión, ya que tanto los niños como las niñas son víctimas de esta práctica. Además, los niños varones son víctimas en mayor número (13 millones al año) que las niñas (2 millones al año).
c) Gravedad de la circuncisión femenina
Habría una justificación para la actual actitud discriminatoria si la circuncisión femenina fuera significativamente más grave que la masculina, como se afirma en numerosos escritos de la OMS y otros organismos internacionales y no gubernamentales. Sin embargo, se sabe que la circuncisión femenina y la masculina adoptan formas diferentes. Es cierto que la circuncisión faraónica en las mujeres es más grave que la circuncisión masculina de primer y segundo grado. Pero no hay duda de que la circuncisión masculina de primer grado es equivalente a la femenina de primer grado, o incluso más grave que esta. Hemos visto en la primera parte de este libro que las propias mujeres de Omán consideran la circuncisión masculina mucho más grave que la femenina, tal y como se practica en ese país, donde solo se corta la punta del capuchón del clítoris. Por lo tanto, en función de la gravedad de la operación, el legislador debería condenar todas las formas de circuncisión masculina y femenina, o establecer categorías condenables y toleradas en ambas prácticas. Sin embargo, esto no se ha hecho, ya que el legislador condena todas las formas de circuncisión femenina, desde las más leves hasta las más severas, y tolera todas las formas de circuncisión masculina, desde las más leves hasta las más severas.
Incluso si la circuncisión femenina en general es más grave que la masculina, esto no justifica por sí mismo la tolerancia de esta última, ya que es una violación del principio de integridad física. Por analogía, puede decirse que el asesinato es un delito más grave que la violación o el robo. Esto no significa que el legislador deba ocuparse solo del asesinato y dejar impunes la violación o el robo. Por otra parte, la circuncisión masculina en Estados Unidos no puede justificarse como un atentado a la integridad física porque la circuncisión femenina en África es mucho más grave. [6] El legislador no puede hacer la vista gorda ante un ataque a la integridad física de unos y condenar el ataque a la integridad física de otros en función de la gravedad. Cualquier daño que no esté médicamente justificado debe ser castigado por el legislador, aunque la severidad del castigo debe corresponder a la gravedad del daño concreto. La generalización de que la circuncisión femenina es grave y, por tanto, debe prohibirse y castigarse, y la masculina es inofensiva y debe tolerarse, es una aberración jurídica.
d) Prioridad de la oposición a la circuncisión femenina
Si se aceptara la afirmación de que la circuncisión femenina en general es más grave que la masculina en general, lo que en sí mismo dista mucho de ser cierto, estaría justificado dar prioridad a la oposición a la circuncisión femenina sobre la masculina si se considera que abrir dos batallas contra ambas prácticas simultáneamente lleva a perder ambas, o puede ser perjudicial para la batalla contra la circuncisión femenina. Este argumento es utilizado por los movimientos que se oponen a la circuncisión femenina sin hacerlo a la masculina. Los más generosos le dirán que la circuncisión masculina es importante, pero debe venir en segundo lugar, después de ganar la batalla contra la circuncisión femenina. Aparte de que la circuncisión femenina no es en sí misma más grave que la masculina, este argumento es inmoral y contraproducente.
Este argumento es inmoral porque no es correcto seguir infligiendo un dolor injusto a los niños varones con el argumento de que sus hermanas sufren más que ellos. La injusticia cometida con las niñas no justifica la injusticia cometida con los niños, y el dolor de las niñas no quita el dolor de los niños. Por otra parte, la circuncisión es un aspecto de la violencia en la sociedad e influye en las relaciones humanas dentro de esa sociedad, tanto para los hombres como para las mujeres. En este sentido, no se puede tolerar la violencia contra los hombres mientras se prohíbe la violencia contra las mujeres. Si se permite la violencia contra los hombres, tarde o temprano perjudicará a las mujeres. También hemos visto que la circuncisión masculina tiene en sí misma la intención de separar a la mujer de su hijo con el fin de asustar a la mujer para que entienda que no tiene derecho a él y que no puede liberarlo. También pretende privar a la mujer de su derecho al placer sexual con un hombre no circuncidado, como explica Maimónides.
Este argumento también es contraproducente. De hecho, las familias que practican la circuncisión femenina también practican la masculina. Las dos operaciones suelen tener el mismo nombre, como en árabe: taharah, purificación. Una familia que está familiarizada con ambas prácticas no puede entender por qué se le permite purificar a sus niños pero no a sus niñas. Y si empezamos por distinguir entre hombres y mujeres, también se corre el riesgo de que se produzca una separación en la solidaridad entre ambos grupos. Un hombre circuncidado que no se siente protegido por las mujeres será reacio a querer proteger a las mujeres circuncidadas. Se produciría así una desvinculación por parte de los hombres. La batalla contra la circuncisión masculina y femenina necesita el esfuerzo de ambos grupos. Cualquier sospecha de un grupo hacia el otro solo debilitará sus filas. Boyd, que se opone a la circuncisión masculina, informó de que había asistido a la proyección de una película sobre la circuncisión femenina en África, seguida de un debate. Los organizadores habían anunciado desde el principio que no se toleraría ningún debate sobre la circuncisión masculina. A continuación, abandonó la sala ante los abucheos de las mujeres. Un amigo suyo, activista, había tenido la misma experiencia; permaneció desmoralizado durante meses. [7] Los hombres y las mujeres tienen todo que ganar si permanecen juntos, y todo que perder si se separan.
A este respecto, cabe señalar que los movimientos que luchan contra la circuncisión masculina están todos, sin excepción, en contra de la circuncisión femenina, aunque estos movimientos consideran que las leyes que prohíben la circuncisión femenina son una consagración implícita de la circuncisión masculina. Frente a estas leyes discriminatorias, estos movimientos intentan no abolirlas, sino ampliarlas para incluir también la circuncisión masculina. [8]
e) Virilidad
Algunos argumentan que la circuncisión masculina difiere de la femenina en que la circuncisión masculina está destinada a aumentar la virilidad del hombre, mientras que la femenina está destinada a degradar, dominar y privar a la mujer del placer sexual. [9] Sin embargo, este argumento no es válido en todas partes. Algunos grupos ven la circuncisión femenina como un medio para reforzar la feminidad y la sexualidad, y como un medio de integración en la sociedad. Por otro lado, la circuncisión masculina se ha utilizado para reducir el placer sexual del hombre y para afirmar el dominio del padre o de la comunidad sobre los varones.
Pero incluso si este argumento es válido en algunos grupos, no puede utilizarse como justificación para prohibir la circuncisión femenina mientras se tolera la masculina. Esta tolerancia de la circuncisión masculina significa mantener los estereotipos sociales de la superioridad del hombre sobre la mujer. Sin embargo, la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer” dice en su artículo 5:
Los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas para:
a) Modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres.
Por lo tanto, el legislador internacional tiene el deber de abolir la circuncisión masculina como costumbre que refuerza la superioridad de los hombres circuncidados sobre las mujeres y de los incircuncisos entre los hombres, al igual que debe abolir la circuncisión femenina como marca de inferioridad. [10]
f) Mujeres contra la distinción entre las dos circuncisiones
Si observamos las organizaciones que se oponen a la circuncisión masculina, vemos que las mujeres están al frente de esta batalla. Es el caso, por ejemplo, de organizaciones como NOCIRC, Nurses for Children’s Rights, Mothers Against Circumcision. El Dr. Michel Odent informó en el Coloquio Internacional de Oxford de 1998 que en los dos primeros coloquios internacionales sobre la circuncisión, las mujeres fueron las organizadoras y formaron la mayoría de los participantes. Solo más tarde los hombres acudieron en masa a la conferencia y se les encomendó la tarea de presentar investigaciones más técnicas. Odent atribuyó este fenómeno al hecho de que las mujeres son claramente más sensibles que los hombres. Pero es posible que sientan cierta culpa por no haber podido proteger a sus hijos varones de los hombres que los mutilaban. También es posible que las mujeres reaccionen contra una vida sexual frustrada con los hombres circuncidados.
Los hombres saben que necesitan el apoyo de las mujeres. El Dr. Denniston escribe:
La clave para la erradicación de la circuncisión puede estar en las mujeres de Estados Unidos. Cuando las mujeres sepan que la circuncisión causa un gran dolor, rompe los vínculos maternos y desfigura permanentemente el cuerpo, se levantarán para proteger a sus hijos. Cuando las mujeres sepan que la circuncisión priva al hombre de su plena capacidad sexual y, al hacerlo, priva a la mujer de una pareja totalmente equipada y funcional, actuarán para poner fin a esta práctica. [11]
En cuanto a nosotros, creemos que la protección de los niños es principalmente responsabilidad de sus madres. Si se desentienden de esta batalla, el niño nunca encontrará el apoyo de los hombres. En árabe, la palabra misericordia (rahmah) y la palabra vientre (rahm) derivan de la misma raíz. La madre que lleva al niño en su vientre es la persona más misericordiosa con él. Por lo tanto, las feministas que luchan solo contra la circuncisión femenina sin la masculina violan una ley esencial de la vida humana. Incluso cabe preguntarse si carecen de humanidad e instinto maternal.
g) Argumento político
Hemos señalado que la verdadera razón de la negativa de los legisladores internacionales y nacionales y de las ONG a comprometerse contra la circuncisión masculina es política: el miedo a ser acusado de antisemitismo o antiislamismo. Si esta conclusión es correcta, estamos ante una politización de los derechos humanos. Para complacer a los judíos y a los musulmanes, o por miedo a estos dos grupos, estas organizaciones violan los derechos del niño, perdiendo así toda credibilidad.
No en vano, este argumento no se menciona en los documentos de estas organizaciones. Es duro verles mostrar abiertamente su miedo. Pero en momentos de distracción o en discusiones cara a cara, algunos de ellos lo admiten: “Sí, tenemos miedo de que nos acusen de antisemitismo y antiislamismo”; “Sí, queremos evitar problemas con estos grupos”. Lo he escuchado con mis propios oídos varias veces, de la Dra. Leila Mehra de la OMS, de la Sra. Berhane Ras-Work del Comité Interafricano, y de muchos otros. Algunos le dirán de forma más diplomática: “Actuamos dentro del mandato que nos ha dado la ONU. Y como solo somos responsables de la circuncisión femenina, es la única que trataremos. He escuchado esta declaración de un funcionario del Centro de Derechos Humanos y de un funcionario de la OMS. Aparece en el informe de la Sra. Warzazi del año 2000 mencionado anteriormente. [12]
En esta situación, no es difícil concluir que si el silencio sobre la circuncisión masculina está motivado políticamente, la campaña contra la circuncisión femenina también lo está. Hemos informado de que Omán tiene una tasa muy alta de circuncisión femenina. Sin embargo, este país nunca es molestado por la ONU, la OMS y otros organismos, a diferencia de Egipto. La presidenta de la Asociación de Mujeres de Omán me explicó que su país está olvidado porque no es un objetivo político, a diferencia de Egipto. Para ella, la campaña contra la circuncisión femenina es sobre todo una campaña política.
Ciertamente, no podemos pedir el fin de la campaña contra la circuncisión femenina, aunque solo sea un pretexto para atacar a determinados países. “Haz el bien y serás perdonado por tus razones. Si se puede salvar a las niñas de la mutilación, la campaña contra esta práctica es digna de elogio, aunque esconda una agenda política. Pero lo verdaderamente escandaloso es guardar silencio ante la mutilación de millones de niños por razones políticas. Este doble rasero pervierte el más digno de los actos humanos y puede tener efectos contraproducentes. Incluso las mujeres que se oponen a la circuncisión femenina pueden sentirse engañadas y utilizadas con fines políticos. La Dra. Amal Shafiq, una mujer egipcia de fe musulmana que trabaja con UNICEF en El Cairo, participó en un simposio organizado por UNICEF en Ginebra en 1998. Se presentó en la conferencia como activista contra la circuncisión femenina y masculina. Este es el máximo crimen a los ojos de UNICEF. La responsable de la conferencia, una suiza de fe cristiana, se acercó a la egipcia y le dijo: “Señora, tiene usted razón al luchar contra la circuncisión femenina, pero la masculina no es de su incumbencia. No es nuestro problema. La egipcia me llamó indignada: “¿Por qué la suiza cristiana defiende la circuncisión masculina, mientras que la colega judía israelí sentada a mi lado no reacciona? ¿Juega la Iglesia un papel tan importante y perjudicial en Suiza?”.
Notas:
[1] http://www.wma.net/f/policy/17-a_f.html.
[2] http://www.wma.net/f/policy/17-h_f.html.
[3] Bodily integrity for both, p. 19–21.
[4] Lightfoot-Klein: Similarities, p. 135.
[5] Ibid., p. 131.
[6] Boyd, p. 135.
[7] Ibid., p. 132–133.
[8] Svoboda: Routine, p. 212.
[9] Dorkenoo, p. 52.
[10] Bodily integrity for both, p. 8.
[11] Denniston: Tyranny, p. 236.
[12] E/CN.4/Sub.2/2000/17, 27.6.2000, par. 54–55.
Sami Aldeeb es un jurista palestino de nacionalidad suiza. Fue responsable del departamento de Derecho Árabe y Musulmán en el Instituto Suizo de Derecho Comparado, desde 1980 hasta 2009. Dirige el Centro de Derecho Árabe y Musulmán y enseña en varias universidades de Suiza, Francia e Italia.