Los datos son claros: los chicos no están bien
Andrew Yang
Este es uno de los mayores problemas que enfrenta Estados Unidos: los niños y los hombres de todas las regiones y grupos étnicos han fracasado, tanto absoluta como relativamente, durante años. Esto es catastrófico para nuestro país.
Los datos son claros. Los niños tienen más del doble de probabilidades que las niñas de ser diagnosticados con trastorno por déficit de atención/hiperactividad, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades; tienen cinco veces más probabilidades de pasar tiempo en detención juvenil; y tienen menos probabilidades de terminar la escuela secundaria.
Desafortunadamente, no mejora cuando los niños se convierten en adultos. Los hombres representan ahora solo el 40,5 por ciento de los estudiantes universitarios. La matriculación masculina en los colegios comunitarios disminuyó un 14,7 % solo en 2020, en comparación con el 6,8 % de las mujeres. Los salarios medios de los hombres han disminuido desde 1990 en términos reales. Aproximadamente un tercio de los hombres están desempleados o fuera de la fuerza laboral. Más hombres estadounidenses de 18 a 34 años viven ahora con sus padres que con parejas románticas.
La transformación económica ha sido un gran contribuyente. Más de dos tercios de los trabajadores del sector manufacturero son hombres; el sector ha perdido más de 5 millones de puestos de trabajo desde el año 2000. Son muchos hombres desempleados. No solo por coincidencia, las “muertes por desesperación”, las causadas por suicidio, sobredosis y alcoholismo, han aumentado a niveles sin precedentes entre los hombres de mediana edad en los últimos 20 años.
Las investigaciones muestran que un factor significativo que las mujeres buscan en una pareja es un trabajo estable. A medida que aumenta el desempleo de los hombres, sus perspectivas románticas disminuyen. Como era de esperar, según un análisis del Pew Research Center de datos de 1960 a 2010, la proporción de adultos sin título universitario que se casan se desplomó de poco más del 70 por ciento a aproximadamente el 45 por ciento.
Por lo tanto, muchos chicos a menudo crecen criados por madres solas, la proporción se duplicó con creces entre 1980 y 2019, del 18 por ciento al 40 por ciento. Un estudio de 2015 encontró que “a medida que más niños crecen sin su padre en el hogar, y a medida que las mujeres… son vistas como las triunfadoras más estables, tanto los niños como las niñas [pueden] llegar a ver a los hombres con una menor orientación hacia el logro. … La universidad se convierte en algo que hacen muchas chicas, pero solo algunos chicos”.
Sí, los hombres han tenido durante mucho tiempo ventajas sociales sobre las mujeres y, de alguna manera, continúan siendo tratados favorablemente. Pero el logro masculino, junto con el de las mujeres, es una condición para una sociedad saludable. Y el fracaso masculino engendra fracaso masculino, en detrimento de la sociedad. Nuestros medios de comunicación, instituciones y liderazgo público no han logrado abordar esta crisis, enmarcando a los niños y hombres como el problema en sí mismos en lugar de personas que requieren ayuda.
Esto necesita cambiar. Ayudar a los niños y hombres a tener éxito debe ser una prioridad para todas las instituciones de nuestra sociedad. Las escuelas que han tenido éxito en mantener a los niños en el buen camino deben expandirse, aumentando el número de estudiantes a los que atienden y exportando sus métodos a otras escuelas. La educación y las oportunidades vocacionales deben duplicarse; el sistema de escuelas públicas de la nación debe iniciar el proceso para grupos de edades tempranas, y los programas de aprendizaje deben contar con el apoyo del gobierno federal. Las organizaciones sin fines de lucro que ayudan a niños y hombres, como Big Brothers Big Sisters of America y YMCA , deberían recibir más inversiones.
Los recursos que mantienen unidas a las familias cuando quieren permanecer juntas, como la consejería matrimonial, deben ser subsidiados por el gobierno, un enfoque mucho más rentable que lidiar con los efectos secundarios. El crédito tributario por hijos mejorado debe renovarse, ayudando a estabilizar a las familias.
Se deben resucitar las campañas para el servicio nacional y la contribución, como un Programa de Intercambio Estadounidense o años de servicio nacional. Y las empresas y las industrias que emplean a un gran número de hombres, como la fabricación, deben invertirse y revitalizarse.
A nivel cultural, debemos dejar de definir la masculinidad como necesariamente tóxica y comenzar a promover la masculinidad positiva. Es más probable que los hombres fuertes, sanos y satisfechos traten bien a las mujeres.
Lo anterior es, por supuesto, una empresa prodigiosa. Pero veo la necesidad a mi alrededor todo el tiempo.
Varios de mis amigos se han distanciado de la sociedad. Todo el mundo se encuentra con un obstáculo en algún momento (perder un trabajo, enfrentarse a un divorcio), pero mis amigos varones parecen menos capaces de recuperarse. La disfunción masculina tiende a adquirir un aire de nihilismo y abandono. Como sociedad, no ofrecemos muchas vías para una recuperación saludable.
Esta es la simple verdad que he escuchado de muchos hombres: necesitamos que nos necesiten. Nos imaginamos a nosotros mismos como constructores, soldados, trabajadores, hermanos, parte de algo más grande que nosotros mismos. Lidiamos terriblemente con la ociosidad.
“Un hombre… sin medios para llenar el tiempo”, escribió George Orwell , es “tan miserable sin trabajo como un perro encadenado”. Abandonados a nuestros propios dispositivos, muchos de nosotros fracasaremos. Y de nuestro fracaso resultan cosas terribles para el país, mucho más allá de cualquier autodestrucción individual.
Andrew Yang es el fundador del Forward Party y excandidato a alcalde de Nueva York y a la presidencia de los Estados Unidos.
Fuente: The Washington Post
