La trampa kafkiana

Una argumetación falaz dirigida a explotar la inseguridad del sujeto, a la manera del abuso emocional.

Proyecto Karnayna
8 min readDec 29, 2018

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Eric Steven Raymond

Las buenas causas a veces tienen malos resultados. Los negros, las mujeres y otros grupos marginados históricamente tenían razón al exigir la igualdad ante la ley y el pleno respeto y las libertades debidas a cualquier miembro de nuestra civilización; pero las tácticas que utilizaron para “elevar la conciencia” a veces se han desviado hacia lo espeluznante y patológico, tomando prestadas las características menos sanas del evangelismo religioso.

Una patología que se destaca bastante es una forma de argumentación que, reducida a su esencia, funciona así: “Tu rechazo a reconocer que eres culpable de {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión…} confirma que eres culpable de {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión…}”. Recientemente me han presentado tantos casos de esto que he decidido que necesita un nombre. Yo llamo a este estilo general de argumentación “trampa kafkiana”, y lo anterior es el Modelo A de la trampa kafkiana. En este ensayo, mostraré que la trampa kafkiana es una forma de argumento que es tan falaz y manipulador que aquellos que están sujetos a él tienen derecho a rechazarlo basándose enteramente en la forma del argumento, sin referencia a ningún pecado o delito de pensamiento en particular que se alegue. También intentaré demostrar que la trampa kafkiana es tan autodestructiva para las causas que lo emplean que los activistas por el cambio deberían arrancarlo de raíz de sus propios discursos y pensamientos.

Mi referencia, por supuesto, es El proceso de Franz Kafka, en el que se acusa al protagonista Josef K. de crímenes cuya naturaleza nunca se especifica realmente, y que está inmersos en un proceso diseñado para degradarlo, humillarlo y destruirlo, haya cometido o no algún crimen. La única manera de salir de la trampa es que acepte su propia destrucción; de hecho, forzarlo hasta ese punto de aquiescencia y al colapso de su voluntad de vivir como un ser humano libre parece ser el único punto del proceso, si es que tiene uno.

Esta es casi exactamente la forma en que la trampa kafkiana opera en la argumentación religiosa y política. Los crímenes reales — transgresiones reales contra individuos de carne y hueso — generalmente no se especifican. El objetivo de la trampa kafkiana es producir una especie de culpa flotante en el sujeto, una convicción de pecado que puede ser manipulada por el operador para hacer que el sujeto diga y haga cosas que sean convenientes para los objetivos personales, políticos o religiosos del operador. Lo ideal es que el sujeto interiorice estas demandas y se convierta en cómplice de la trampa kafkiana de los demás.

A veces la trampa kafkiana se presenta en formas menos directas. Una variante común, que llamaré el Modelo C, es afirmar algo así como esto: “Aunque no te sientas culpable de {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión…}, eres culpable porque te has beneficiado del comportamiento {pecador, racista, machista, homofóbico, opresor…} de otros en el sistema”. El objetivo del Modelo C es inducir al sujeto a la autocondena, no sobre la base de algo que el sujeto individual haya hecho realmente, sino sobre la base de elecciones de otros a los que el sujeto por lo normal no podía influir. Hay que evitar a toda costa que el sujeto se dé cuenta de que en última instancia no es posible ser responsable del comportamiento de otros seres humanos libres.

Una variante cercana del Modelo C es el Modelo P: “Aunque no te sientas culpable de {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión….}, eres culpable porque tienes una posición privilegiada en el sistema {pecador, racista, machista, homofóbico, opresor….}”. Para que el Modelo P funcione, se debe evitar que el sujeto se dé cuenta de que la demanda de autocondenarse no se basa en sus propias acciones, elecciones o sentimientos, sino más bien en una identificación dentro del grupo atribuida por el operador de la trampa kafkiana.

Es esencial para el funcionamiento de las tres variantes de la trampa kafkiana descritas hasta ahora que la atención del sujeto se desvíe del hecho de que en realidad no se ha especificado ninguna infracción por parte del sujeto, de la que el sujeto deba sentirse personalmente culpable. El objetivo de la trampa kafkiana es engancharse a la inseguridad crónica del sujeto e inflarla, de la misma manera que un abusador emocional convence a la víctima de que el abuso es merecido — de hecho, el mecanismo es idéntico — . Por lo tanto, la trampa kafkiana tiende a funcionar mejor en personalidades débiles y emocionalmente vulnerables, y pobremente en personalidades con un fuerte ethos interiorizado.

Además, el éxito de una trampa kafkiana Modelo P depende de que el sujeto no se dé cuenta de que la atribución de grupo fijada por el operador puede ser rechazada. Se debe impedir que el sujeto afirme su individualidad y su agencia individual; mejor aún, el sujeto debe estar convencido de que afirmar la individualidad es otra demostración más de negación y culpabilidad. ¿Es necesario señalar lo irónico que es esto, dado que los operadores de la trampa kafkiana (que no son autoritarios religiosos a la vieja usanza) generalmente afirman estar en contra de los estereotipos de grupo?

Hay, por supuesto, otras variantes. Consideremos el Modelo S: “Mostrar escepticismo ante cualquier relato anecdótico particular de {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión… }, o cualquier intento de negar que la anécdota en particular implica un problema sistémico en el que tú eres una de las partes culpables, es suficiente para establecer tu culpabilidad”. Una vez más, el tema común aquí es que cuestionar el discurso que te condena, te condena. Esta variante difiere de los Modelos A y P en que, de hecho, se denuncia un delito específico contra una persona real. El operador de la trampa kafkiana se basa en la repulsión emocional del sujeto contra el crimen para eliminar todas las cuestiones de representatividad y el hecho básico de que el sujeto no lo hizo.

Terminaré mi catálogo de variantes con la versión de la trampa kafkiana que creo que es más probable que se utilice contra este ensayo, el Modelo L: “Tu insistencia en mostrar un escepticismo racional al evaluar las afirmaciones sobre la omnipresencia de {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión….} ya en sí mismo demuestra que tú eres {pecador, racista, machista, homofóbico, opresor…}”. Esto suena muy parecido al Modelo S, excepto que aquí estamos volviendo a la escena de un crimen no especificado. Esta versión no tiene la intención de inducir la culpa, sino de servir como defensa lateral para otras formas de trampa kafkiana. Al insistir en que el escepticismo es evidencia de una intención de encubrir o excusar el crimen de pensamiento, los operadores de la trampa kafkiana se protegen a sí mismos de que sus métodos o motivos sean cuestionados y pueden continuar con el serio asunto de erradicar el delito de pensamiento.

Habiendo demostrado lo manipuladora y psicológicamente abusiva que es la trampa kafkiana, puede parecer casi superfluo observar que también es lógicamente falaz. Un tipo particular de falacia es el que se llama a veces “pancrestón”, un argumento del que se puede deducir cualquier cosa porque no es falsable. En particular, si el Modelo A de trampa kafkiana es cierto, el mundo se divide en dos tipos de personas: (a) aquellas que admiten ser culpables de delitos de pensamiento, y (b) aquellas que son culpables de delitos de pensamiento porque no admitirán ser culpables de delitos de pensamiento. Nadie puede ser inocente. ¡Hay que evitar que el sujeto se dé cuenta de que esta lógica condena e impugna al operador de la trampa kafkiana!

Espero que ya esté claro que el sabor particular del delito de pensamiento que se alega es irrelevante para entender la actuación de los operadores de la trampa kafkiana y cómo evitar ser abusados y manipulados por ellos. En el pasado, el operador de la trampa kafkiana era generalmente un fanático religioso; hoy en día, es igual de probable que promueva una ideología de reivindicación racial, de género, de minoría sexual o económica. Cualquiera que sea su opinión sobre cualquiera de estas causas en sus formas “puras”, hay razones por las que el empleo de la trampa kafkiana es un claro signo de corrupción.

La práctica de la trampa kafkiana corrompe las causas de varias maneras, algunas obvias y otras más sutiles. La forma más obvia es que las formas abusivas y manipuladoras de controlar a la gente tienden a vaciar de contenido las causas en las que se emplean, asfixiando cualquier meta digna con la que puedan haber comenzado y reduciéndolas a ser vehículos para el lograr poder y privilegio sobre los demás.

Una forma más sutil de corrupción es que aquellos que usan trampas kafkianas para manipular a otros son ellos mismos propensos a caer en ellas. Al ser incapaces de ver desde fuera de las trampas, su capacidad para comunicarse y comprometer a alguien que no ha caído en ellas se daña cada vez más. En el extremo, tales causas frecuentemente se cierran epistémicamente, con una jerga y un discurso tan fuertemente envueltos alrededor de las falacias lógicas en los operadores de la trampa kafkiana que su doctrina es en gran medida ininteligible para los extraños.

Ambas son buenas razones para que los activistas por el cambio consideren a los operadores de la trampa kafkiana como una patología peligrosa que deben erradicar por sus propias causas. Pero la mejor razón sigue siendo que la trampa kafkiana está mal. Especialmente, y de manera muy equivocada para cualquiera que afirme estar operando en la causa de la libertad.

ACTUALIZACIÓN: Un comentarista señaló el Modelo D: “El acto de exigir una definición de {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresor} que pueda ser verificada y falsada de manera consecuente prueba de que tú eres {pecador, racista, machista, homofóbico, opresor}”.

ACTUALIZACIÓN2: El Modelo M: “El acto de argumentar en contra de la teoría del anti {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión} demuestra que tú eres {pecador, racista, machista, homofóbico, opresor} o no entiende la teoría del anti {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresor}, y por lo tanto tu argumento puede ser descartado como corrupto o incompetente”.

Modelo T: Las víctimas designadas de {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión} que cuestionan cualquier parte de la teoría del {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión} demuestran al hacerlo que no son miembros auténticos de la clase de víctimas, por lo que su experiencia puede ser descartada y sus pensamientos desestimados como {pecado, racismo, machismo, homofobia, opresión} interiorizada.

Eric Steven Raymond

Eric Steven Raymond, también conocido como ESR, es el autor de “La catedral y el bazar”, y el responsable actual del Jargon File (también conocido como The New Hacker’s Dictionary). Si bien con el Jargon File obtuvo fama como historiador de la cultura hacker, se convirtió después de 1997 en una figura líder en el Movimiento del Open Source y el Código abierto. Tiene un blog: Armed and Dangerous. En Twitter: @esrtweet

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Traducciones sobre los asuntos de los hombres, la izquierda liberal, las políticas de identidad y la moral. #i2 @Carnaina