Jordan Peterson tiene razón en que debes volverte peligroso, y así es como se hace
No hay estándar ético más alto en el uso de la violencia que someter a un enemigo sin matarlo. Esto requiere la más alta competencia
Escrito por James Morganelli y publicado en The Federalist el 27 de abril de 2018. Traducción con permiso del autor.
Recientemente, John Stossel entrevistó al profesor de psicología y sensación en Internet Jordan Peterson en la revista Reason para hablar sobre el curioso fenómeno que rodea su notoriedad: él aboga por conceptos aparentemente difíciles e incluso impopulares, como la responsabilidad y la verdad.
«En la responsabilidad es donde la mayoría de la gente encuentra el significado que los sostiene a través de la vida. Eso no se encuentra en la felicidad. No es un placer impulsivo», dice Peterson. «Asumir la responsabilidad de tu propio bienestar tratando de incluir a tu familia y de servir a tu comunidad y de buscar verdades eternas y vivirlas. Esa es la clase de asunto en el que puedes fundamentar tu vida lo suficiente como para que puedas soportar sus dificultades».
Pero la entrevista da un giro después de que Peterson dice: «Es muy útil que la gente escuche que deben hacerse competentes y peligrosos y tomen su propio lugar en el mundo».
Stossel se burla, «¿Competente y peligroso? ¿Por qué peligroso?».
«De otro modo, no hay nada», responde Peterson. «Si no eres una fuerza formidable, no hay moralidad en tu autocontrol. Si eres incapaz de ser violento, no ser violento no es una virtud. La gente que enseña artes marciales lo sabe muy bien. Si aprendes artes marciales, aprendes a ser peligroso, pero simultáneamente aprendes a controlarlo […] La vida es un proceso muy difícil y no estás preparado para ella a menos que tengas la capacidad de ser peligroso».
Stossel contesta, «Ser peligroso implica que deberías estar dispuesto a amenazar a alguien, a herir a alguien».
«No, deberías ser capaz de hacerlo. Pero eso no significa que debas hacer uso de esa capacidad», termina Peterson.
Como profesor de ética y de artes marciales, puedo dar fe de que Peterson tiene razón. Su punto de vista con respecto a la virtud no solo es lógico, sino que es común y sensatamente certero: no podemos ser virtuosos en una tarea en particular, si no somos capaces de llevarla a cabo realmente. La virtud proviene del hecho de que somos competentes en primer lugar, sin eso no se puede lograr ninguna virtud.
Las cosas sagradas merecen ser defendidas. Eso requiere fuerza
Los pacifistas, que creen que la vida es tan sagrada que no se debe recurrir a la violencia, se contradicen a sí mismos si no están dispuestos a protegerse o defenderse a sí mismos o a otros del daño. Porque si la vida es verdaderamente sagrada, entonces debe ser protegida y defendida incluso por la violencia.
Sin embargo, no nos confundamos. Algunos podrían argumentar a partir de todo esto que un criminal que es adepto a la violencia y decide no utilizarla contra otros sería tan virtuoso, entonces, como la persona entrenada en el uso de la violencia que defiende a una persona inocente de un ataque. Esto no es correcto. Elegir no hacer lo incorrecto no es lo mismo que elegir hacer lo correcto. La virtud es excelencia moral, ya que se extiende hacia el bien.
Esta es la razón por la que el punto de vista de Peterson es realmente mucho más profundo: ser competentemente peligroso no es suficiente. También tenemos que ser específicamente éticos en su práctica, esto significa poder hacer un uso justificable de la violencia. La declaración de Peterson, «Pero eso no significa que debas hacer uso de esa capacidad», es el sello prescriptivo del consejo médico. Este rasgo moral no debe pasarse por alto ni darse por sentado y por una simple razón: el hombre está caído: la condición humana es un paisaje oscuro que tiene pocas luces hacia las que debemos orientarnos.
Con el poder viene la responsabilidad
Ser «peligroso» está asociado a cierto atractivo sexual por las mismas razones por las que la gente se siente atraída por la acción, los mafiosos y los arquetipos de héroes de los cómics: los seres humanos están primordialmente obsesionados con la aplicación del poder físico sobre sí mismos y sobre los demás. Cuando uno alcanza tal poder y se vuelve competente, tal como pasa a través del entrenamiento marcial, hay una obligación inherente, incluso una carga, de aprender a ejercerlo sabiamente.
Sin un sentido de la prudencia sobre cuándo y cómo actuar, puede ser muy difícil determinar si debemos o no actuar. Este aspecto es bidireccional: podemos actuar cuando no deberíamos, o no actuar cuando deberíamos. Puede haber graves consecuencias en ambos extremos.
Así, en el entrenamiento y uso de la violencia para convertirse en una persona «peligrosa», la aplicación de la fuerza justificable debe ser cuidadosamente estudiada y, lo que es más importante, inculcada en todo momento. Sin ella, las técnicas, las tácticas, y las estrategias que las gobiernan no son más que martillos en busca de cabezas.
Esto nos lleva a la pregunta: ¿por qué debo actuar? Tanto la competencia como la peligrosidad se rigen por la comprensión profundamente arraigada del motivo que la mayoría de la gente ignora en detrimento suyo. Aquí hay un ejemplo de la vida real.
Un joven fue en ayuda de una joven que estaba siendo golpeada. Este compañero frustró el ataque atacando a su atacante. Pero, sin que nuestro héroe lo supiera, los amigos del agresor no estaban muy lejos, y cuando se encontraron con su camarada recibiendo unos buenos puñetazos, ellos dispusieron varios de los suyos. Lo que sea que le haya pasado a la chica es una conjetura para cualquiera.
Pregunta: ¿el héroe hizo lo correcto? Vio la violencia y supo que estaba mal. La joven no merecía ser golpeada por un cretino. Nuestro héroe, entrenado en artes marciales, mató al matón. Ahora bien, si la violencia hubiera cesado en ese momento, tal vez podría haberse quitado el sombrero y haber caminado hacia el atardecer. Pero la pregunta sigue en pie: ¿Su acción «peligrosa» le proporcionó la mejor opción para detener la violencia y prevenir más de ella?
Podemos ser peligrosos sin ser éticos. Es fácil, realmente mucho más fácil que ser ambas cosas, eso es seguro. Aunque nuestro héroe se había acercado y emboscado sin ser visto desde la retaguardia, no había actuado poniendo la ética en primer lugar. Si lo hubiese hecho, se habría dado a sí mismo una mejor oportunidad para el resultado de lo que desde el principio se vio obligado a efectuar.
Recordemos por qué intervino, no para hacer justicia con el villano y atarlo con una nota para la policía. Lo hizo para proteger a una joven que no podía protegerse a sí misma. ¿Por qué, entonces, eligió una táctica que se esforzaba por lo primero y descuidaba lo segundo?
Una vez que los amigos del agresor atacaron a nuestro héroe, se creó un nuevo problema: ahora él necesitaba ser defendido. Y la joven quedó en el mismo aprieto en el que nuestro héroe la encontró al principio, a merced de aquellos que querían hacerle daño.
Al atacar innecesariamente al atacante, el héroe se puso a sí mismo, a la chica e incluso a sus atacantes en peligro de muerte. Sí, incluso sus atacantes: si el héroe o alguien más hubiese llevado oculta un arma de fuego, podría haberse convertido en un fácil tiro al blanco.
He aquí un enfoque más responsable del intento de heroísmo
¿Qué debería haber hecho el héroe? Debió haberse colocado entre la joven y su abusador y separarlos. Esta acción ética es también la mejor opción táctica, ya que protege a todos.
Al defender a la chica, se convierte en su protector para protegerla de más violencia. Al no atacar inmediatamente al atacante, nuestro héroe se protege a sí mismo porque el atacante no es forzado a pelear. Luchar se convierte en una elección que el atacante tiene que hacer. También protege al atacante del daño causado por el héroe, así como del daño en el que pueda incurrir como resultado de su propio mal comportamiento.
Las opciones tácticas, por sí solas, carecen de sentido si no tienen orientación. Ahogar a alguien por detrás es simplemente un procedimiento. La técnica gana prioridad y consecuencia solo cuando apunta hacia el bien, lo que en el contexto del uso ético de la violencia es siempre físico-moral.
Esta es la razón por la que yo abogaría por definir a ese «peligroso» de Peterson como un protector honorable y vigilante de sí mismo y de los demás, incluyendo al enemigo, si es posible. Protegerse a uno mismo y a los demás puede ciertamente ser un desafío, pero proteger a un enemigo es decididamente lo más difícil y peligroso que cualquiera pueda intentar. Hacerlo no solo expresa competencia experta, sino también madurez moral, una notable voluntad de arriesgarse por los demás, porque no hay norma ética más elevada en el uso de la violencia que someter a un enemigo sin matarlo.
La verdadera sabiduría es resultado del uso ético del conocimiento. Por lo tanto, convertirse en una persona peligrosa de forma competente debe estar sujeto a una filosofía física impulsada por un ánimo protector, de manera que uno pueda hacer lo correcto, de la manera correcta, en el momento correcto, por las razones correctas.
James V. Morganelli es escritor, profesor y entrenador. Tiene una maestría en ética aplicada de la Universidad de Loyola en Chicago y tiene 40 años de experiencia en entrenamiento en artes marciales orientales. Es autor de The Protector Ethic: Morality, Virtue, and Ethics in the Martial Way. Se pueden leer trechos de su libro en su sitio web, The Protector Ethic Institute. Vive en Chicago. En Twitter, @JamesMorganelli